Queques con sabor a fortaleza

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Neyda tiene 14 años, vive en la zona de Cristal, de la ciudad de El Alto. Ella es estudiante de tercero de secundaria y vive con su mamá Rosa de 52 años, sus 3 hermanas y 2 sobrinos, en total tiene 5 hermanos, pero los 2 varones no viven con ellas.

Hace un año, uno de los sueños de Neyda se hizo realidad. Ella tenía la idea de empezar un emprendimiento de queques, pero no tenía las posibilidades hasta que participó del programa Adolescentes Protagonistas del Desarrollo de Save the Children: ““Me sentí emocionada, yo quería ese emprendimiento de queques. Pensé que no me iban a enseñar, pero cuando entré al programa, me dijeron que me iban a enseñar todo de pastelería. Nos enseñaron a hacer pan también, pero ese no me sale bien, en cambio los queques eso sí nos sale bien. Me dijeron que necesitas para tu emprendimiento y me dieron todo, garrafa, batidora, moldes, horno y los ingredientes por quintal”.
Aprender a hacer queques fue una odisea no solo para Neyda, sino también para su mamá y su hermana, ya que de acuerdo a lo que aprendía en clases, ella trataba de realizarlo en casa, y para ello le ayudaba su mamá y su hermana: “a veces nos salían planos, un poco agua, también se nos bajaba la masa, igual comíamos, pero poco a poco hemos aprendido. Un día cuando llegó mi mamá de su trabajo, la sorprendimos con queques listos y nos salieron muy bueno. El olor de los queques llegó a los vecinos, quienes preguntaban qué cocinaron, ya que olía muy bien”.
La señora Rosa también se pudo capacitar en los cursos del programa y le sirvió para su negocio de medias, ahora en la familia tienen dos fuentes de ingreso: “Gracias a Save the Children y a los cursos que hemos tenido, yo no sabía cómo manejar el dinero, yo todo lo juntaba, lo de las medias y los queques. En esos cursos no han enseñado que no tenemos que mezclar. Y a parte como tenemos que hacer crecer el capital, la parte de la ganancia. Y he aprendido a ahorrar, entonces eso he aprendido gracias a la charla”.

Ambas son una muestra de superación y determinación, ya que la vida no ha sido del todo justa con esta familia, hubo momentos que no había para la comida, momentos de angustia, cuando uno de sus hijos cayó enfermo durante la pandemia, y también tiene otro que se encuentra privado de libertad: “Debido a la cuarentena, no nos dejaban salir, porque las calles estaban con militares. No teníamos ya que comer, y aprendimos a tomar quinua, ya que no había mucho alimento, pero el hambre obliga. Al final sí les gustó, de desayuno. Tengo una suerte que cuando algo me falta, el señor siempre me ayuda, porque igual Save the Children nos trajo una canasta de víveres y con eso pudimos estar bien. También mi hijo tuvo un accidente, y yo tenía que ir al hospital, pero no tenía como irme por la cuarentena, me llevó una ambulancia que nos vio caminando en la calle, y cuando llegué no había quien lo atienda, porque todos tenían covid. Para su tratamiento nos pidieron varios medicamentos, no teníamos dinero, mi hija sacó todas sus monedas y dice toma mami, es todo lo que tengo, podemos comprar el medicamento. Yo le dije que lo guarde, porque eso era de ella y su emprendimiento”.

Las diferentes situaciones a la que se han enfrentado como familia no han sido fáciles, pero hasta el día de hoy las han podido sobrellevar y hacer que esto las fortalezca, Neyda se ha convertido en una adolescente más fuerte, extrovertida y muy responsable. A su corta edad ya sabe lo que quiere: “No se debe hacer llorar a la familia. Me dolía mucho ver a mi mamá sufrir, no sabía cómo ayudarle, tenía que ser fuerte para darle a mis hermanitos comida. He aprendido a la fuerza a cocinar con la ayuda de mi hermana, para poder darles un plato. Hoy con mi emprendimiento ya puedo ayudar en la casa haciendo lo que me gusta. Save the Children nos dio los insumos, un carrito para vender los queques, en eso cargamos todo. También tenemos batidora, el horno, los moldes, los ingredientes y todo para seguir creciendo con mi negocio. Salimos con mi mamá, ella con sus medias y yo con mis queques. Queremos seguir haciendo más. Yo quiero tener mi empresa grande, conseguir gente y ayudarla para que crezca más. Quiero seguir en panadería, estudiar para ser una chef en repostería, y no me voy a rendir”.

Sin duda la señora Rosa, fue una inspiración para su hija, además de transmitirle su fortaleza le enseñó que siempre hay que seguir adelante: “Si hay mamás como yo, viudas, no se sientan solas, siempre hay alguien que les va dar una mano, nunca se pongan tristes, hay que ser fuertes, la vida sigue adelante, así como yo he recibido la ayuda de Save the Children, me han ayudado a subir mi moral y también mi economía. Con el emprendimiento de mi hija no podemos defraudarle a Save the Children, a nosotros con cariño nos han dado nuestras máquinas, el capital y nosotros tenemos que hacerlo crecer. Un día quiero tener una empresa no tan grande, o si Dios quiere grande y así también nosotros poder ayudar a otras personas que están como nosotros, que no tienen de donde tener un peso para llevar a la casa. Mi idea es querer ayudar a otras personas, yo sé que hoy me están ayudando, va ver un día que nosotros mi familia vamos a ayudar también”.

Y justamente una de las bases del proyecto Adolescentes Protagonistas del Desarrollo es brindar mejor calidad de vida para las y los adolescentes, pero no solamente brindándoles las oportunidades de emprender y mejorar su calidad económica, sino también apoyarles en su formación personal, su empoderamiento, el quererse y valorarse como persona, lo mismo ocurre con las y los padres/madres de familia que forman parte de los talleres, es un aporte que viene a toda la familia: “al principio era tímida no quería hablar, y yo dije cómo no voy a hablar. Si mi mamá habla, y poco a poco fue ganando seguridad gracias a los talleres, hoy soy más segura y no tengo miedo, ya puedo hablar y vender mis queques”, la señora Rosa también aprendió a ser más fuerte y a valorarse como la gran madre que es: “Hoy en día soy fuerte, ya sonrío, antes no podía reír, tal vez por miedo o sufrimiento. A mis hijas les enseño que se quieran, mi pequeño nieto me da un abrazo y un beso diario, antes no les enseñaba eso. Gracias a Save the Children ya tenemos un capital, y no voy a hacer morir ninguno de los negocios, lo vamos a hacer crecer”.

La vida a veces golpea muy duro, pero depende de cómo afrontamos estos golpes y los convertimos en lecciones de vida. Hoy Neyda tiene su carrito para salir a vender los queques con su mamá, su cocina equipada para hacer los queques, y poco a poco ampliará sus productos, entre ellos alfajores y donas. La señora Rosa, ya tiene bastante mercancía para su negocio de medias, y juntas salen de lunes a viernes a las ferias a vender sus productos. Ellas son las únicas dueñas de su destino, y seguirán sus sueños trabajando por ellos juntos en familia. Ambas agradecen a Save the Children, quien fue el que las motivó a seguir siendo persistentes: “Hemos sentido su apoyo incondicional de Save the Children. Nos ayudaron a emprender y también con canastas de alimentos durante la pandemia. Gracias, muchas gracias por darnos el apoyo, podemos salir adelante con mi emprendimiento y el de mi mamá. Que Dios los bendiga y que sigan ayudando. Todo lo aprendido en los talleres lo estoy poniendo en práctica. Decirles que nunca se queden atrás, por más que estén pasando por momentos difíciles, siempre va llegar un apoyo”.